El Dr. Schwartz señala cuatro estrategias para modificar patrones mentales que deseamos cambiar
Neuroplasticidad es el nombre con que se describe la capacidad del cerebro de “recablear” sus circuitos en tiempo real, cambiándose físicamente a sí mismo. Cuando se pone atención en algo, un grupo de neuronas se disparan juntas y se conectan, asegurando así una comunicación fluida y eficiente, de modo que en el futuro podrán compartir sus enlaces electroquímicos con mayor facilidad. Con ello, los estímulos que atendemos, sean pensamientos o eventos exteriores, tienen más opción de ganar nuestra atención, por encima de los millones de estímulos en el entorno.
Esta creación de circuitos neuronales es resultado directo de nuestro estado de atención. Ante cualquier fijación mental o conducta adictiva, el cerebro no tiene más remedio que dedicarle todos los recursos psíquicos disponibles al evento o pensamiento en cuestión, y lo hace reforzando las conexiones neuronales: pensamos más y más de lo mismo, o hacemos más y más de lo mismo, de forma automática y compulsiva.
Aunque no lo parezca, podemos deshacer estos apegos neurológicos. Si elegimos mover conscientemente nuestra atención hacia nuevos estímulos, nuevas conexiones serán afianzadas. Nuevos pensamientos y comportamientos resultarán en un nuevo cerebro.
Las 4 estrategias del Dr. Schwartz
El neuropsiquiatra e investigador Jeffrey Schwartz, es distinguido por sus incalculables aportaciones en el estudio del trastorno obsesivo-compulsivo. En lugar de usar fármacos, enseña a sus pacientes a recablear su cerebro mediante un cambio en sus patrones de pensamiento y comportamiento. Su trabajo, además, ha proporcionado evidencia científica de que la mente puede controlar la química cerebral.
Para ayudar a sus pacientes a salir de la neurorigidez, diseñó un enfoque de cuatro pasos que puede aplicarse a cualquier patrón mental que queramos cambiar.
1. Re-etiquetar (relabel)
El primer paso es re-etiquetar un pensamiento, sentimiento o comportamiento.
Por ejemplo, podemos re-etiquetar un pensamiento no deseado, doloroso u opresivo. Cuando aparece, le ponemos la etiqueta de “confusión cerebral”, o incluso “trampa del ego”. De este modo nos entrenamos en el reconocimiento de las falsedades que determinados pensamientos crean.
Antes de creernos todo lo que la mente nos presenta, nos detenemos un instante y consideramos la posibilidad de que el mensaje enviando es ilusorio y distorsionado. Este primer paso, por supuesto, requiere de toda nuestra atención, y la mejor forma de hacerlo es entrenar y cultivar nuestra atención. Solo cuando estamos especialmente atentos y vigilantes ante lo que surge, podemos volvernos objetivamente conscientes y tomar la decisión de re-etiquetar el contenido mental. Si estamos distraídos y dispersos, nuestras posibilidades de éxito son prácticamente nulas.
El cultivo de la atención plena y su integración en nuestro día a día es, por lo tanto, especialmente valioso para apoyar este primer paso de re-etiquetar los contenidos mentales. Alejarse de “las Tres Des” –despiste, dispersión y distracción- es básico si queremos avanzar con paso seguro en nuestro camino de transformación mente-cuerpo.
2. Reasignar (reattribute)
El segundo paso es preguntase: “¿Por qué vuelven estos pensamientos una y otra vez?”
El Dr. Schwartz propone que respondamos siempre de esta forma: “es un fallo cerebral. El cerebro está atascado, creando ruido mental y enviando mensajes falsos”.
Este paso nos permite adquirir una nueva perspectiva ante la fijación mental. Al considerar la posibilidad de que el cerebro comete fallos, calmamos nuestra reactividad impulsiva y nos abrimos a nuevas formas de operar mentalmente.
3. Re-enfocar (refocus)
El tercer paso es, de nuevo, una pregunta: “¿Qué puedo hacer al respecto?”
Se trata tal vez del paso más duro, porque pasamos de lo intelectual a la acción real; incorporamos lo que dedujimos (mente) a través de un cambio de comportamiento (cuerpo).
Es decir, tras reconocer la falsedad o fallo que resultó en pensamientos recurrentes, vamos un paso más allá y reemplazamos el viejo comportamiento con algo novedoso.
El nuevo comportamiento afianza la transformación de la química cerebral. Nuevos patrones, nuevos puntos de vista, nuevas ideas y nuevas posibilidades crean nuevas conexiones y nuevos enlaces electroquímicos.
Al negarnos a ser engañados por los antiguos mensajes falsos, la mente retoma el control operando desde un nuevo enfoque, lo que literalmente cambia nuestro cerebro a nivel químico, funcional y estructural.
4. Revalorizar (revalue)
A medida que ejecutamos nuevos comportamientos, los viejos patrones se disuelven y son percibidos como engaños y distracciones. Percibimos así los antiguos pensamientos y comportamientos como inútiles e ilusorios, mientras que los nuevos, que generan resultados más satisfactorios, se revalorizan y se refuerzan neuroquímicamente.
“Dos cosas muy positivas suceden”, dice el Dr. Schwartz. “La primera es que eres más feliz, porque tienes control sobre tu respuesta conductual ante tus pensamientos y tus sentimientos. La segunda es que al hacer eso, cambias la química cerebral defectuosa.”
Resumiendo
Fuente: www.mindfulscience.es